Desafío constante: El grito de ayuda de una docente
- gritosdeayuda
- 7 jul 2022
- 3 Min. de lectura
Gerty Vega Leroy, profesora de matemáticas, a diario se enfrenta a situaciones que escapan de sus competencias educativas. Insiste en que esto no es solo un problema de la educación pública, pero hay un trabajo que no se está haciendo.

A diario, cientos de profesores y profesoras realizan sus clases en todo el país. Inician la jornada con un buenos días; pasan la lista; solicitan que los estudiantes tomen apuntes de lo más relevante o de la totalidad del contenido; realizan evaluaciones; asisten cualquier tipo de requerimiento del alumnado. Sin embargo, ¿cómo se realiza esta labor en un clima de violencia?
Gerty Vega Leroy, profesora de educación básica general con mención en matemáticas, madre de un adolecente, esposa, trabaja en la educación pública.
Ahora trabaja puntualmente con el nivel de quinto y sexto básico. Dice que es el contexto ideal para abordar la problemática que en el último tiempo ha afectado a los establecimientos educacionales.
A sus poco más de treinta años, ha trabajado en tres diferentes establecimientos. El panorama no dista mucho de lo que hoy en día se observa en los diferentes medios y redes sociales del país.
La verdad, el escenario siempre es complicado. Terminas siendo, además de profesora, psicóloga, asistente social, cuidadora, y mil cosas más. Súmale a eso que obtienes cero reconocimiento por parte de los apoderados, entonces, no dan ganas de involucrarse.
Pese a que el compromiso está, dice verse sobre pasada por situaciones puntuales. Hace unos días, un estudiante - de sexto básico - la insultó en plena sala y salió sin solicitar autorización.
El clima es de tensión constante, afectarse emocionalmente es prácticamente imposible. Asegura que trata de mantener la compostura, pero es difícil. A ratos se replantea su profesión. Sin embargo, mantiene la vista centrada en generar un clima de clases armónico.
Siempre hay ganas de cerrar la puerta por fuera, pero me pregunto: ¿Si colapso, quién va a guiar a estos cabros? Porque, claramente, la casa no hizo mucho en estos dos años. Sabes, uno colapsa internamente... pero hay que seguir en esta pelea.
La profesora, además, tiene a cargo una jefatura de curso. La responsabilidad es mayor, pero lo ve como un desafío. Cree que hay cierto estigma en cuanto a la educación pública, a quienes son parte de ella.
El diagnóstico que realiza es que esto es un fenómeno nacional, incluso lo ha visto con su hijo de catorce años. Algo no se hizo bien en estos años, de eso está segura. Aplica la analogía de la manzana podrida: si una está mala, empieza a dañar al resto.
Hay que tener cuidado con la estigatización. No porque los chicos de establecimientos públicos tengan menos recursos significa que van a ser más violento, aunque se crea que es algo que incide. Déjame decirte que los niñitos ABC1 son igual o más de violentos. Claro, por sus oportunidades, desarrollan otro tipo de agresiones.
Su experiencia al interior de las aulas ha sido relativamente pacífica. Cuando hay situaciones que por su complejidad no puede abordar, solicita ayuda a los inspectores. No ha tenido grandes dilemas en último tiempo, pero en su carrera profesional, ha observado violentas riñas al interior del salón.
Hace un llamado a los padres a preocuparse y ocuparse de cómo se están enfrentando al mundo. Asegura que al no tener un ambiente pacífico para aprender, sumado a los factores sociales externos, difícilmente se pueden obtener resultados significativos.
También, emplaza a las autoridades educacionales. La preocupación por la educación pública no radica solo en la inyección derecursos - dice -, sino en factores trascentales como la salud mental, que hoy en día se ha vuelto un tormentoso grito de ayuda.
Comments